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lunes, 28 de febrero de 2011

Al respirar.

Al respirar no solo respiro, además oxigeno mi mente, la refresco y la dejo volar. Al respirar suspiro mientras pienso y al pensar suspiro por aquello que me cansa y me vuelve a la mente una vez tras otra. Pero aquí continúo, sentada en el café de siempre, con mi café de siempre y en el lugar de siempre, todo es tan monótono... Café con leche, con más leche que café, del tiempo claro, pero sin azúcar para sentir la amargura.
Releeré los capítulos del libro de nuevo, pero sin permitir que las hojas se sucedan ya que pasar página a veces es más difícil que asumir la realidad.
Hoy no tengo teorías sobre amor y otros temas del corazón porque este no se halla en mi cuerpo esta calurosa tarde de invierno. Me limito a dejarme de llevar, a continuar mi rutina admirando por la ventana del bar el hermoso cielo azul, las personas que salen a disfrutar del buen tiempo, los niños correteando y jugando por el parque de enfrente, y a escribir en estas hojas la simplicidad de mi vida.