Llegó ese tiempo en el que ni es primavera ni es verano y aunque te pasas el día desabrigado más
te vale llevar una chaquetita al anochecer. Era un fin de semana de esos que vas a casa de tus padres, aun sabiendo que no habrá nadie, a disfrutar de un fin de semana tranquilo y descansar. Recuerdo que esa noche me llamó mi amigo Christian para quedar, andaba un poco preocupado porque había discutido con su chica y quería desconectar, quedamos los tres, él, otro amigo, Mario, por el que -para que nos vamos a engañar- me sentía bastante atraída y yo. Estuvimos tomando unas copas en el mismo bar que cada fin de semana, no recuerdo que hubiera demasiada gente, tampoco me

La música de fondo era al menos de cuando comenzábamos a mocearnos, de esas canciones que todos conocemos y que tan entrañables recuerdos nos traen, andábamos recapitulando, contando historias del pasado, riendo. Comenzaba a notar el efecto de las copas, bailábamos, los tres. Comenzamos a intercambiar miradas, a bailar más descaradamente y creo que la cosa comenzó a notarse, Christian comenzó a decir que estaba cansado y me ofrecí para llevarle a casa, esa noche sólo yo había sacado el coche.
Obviamente Mario y yo no nos íbamos a quedar solos. Éramos de estos amigos que se lo cuentan todo pero de vez en cuando me sentía incómoda en su presencia, moreno, de ojos negros, cuerpo de infarto y sonrisa de niño... Me dijo de parar a fumar cigarrillo antes de dejarle en casa, ya amanecía, y entre conversaciones banales me besó, sin venir a cuento, quizá los dos lo deseáramos pero yo no lo esperaba. Fue un beso tímido a la vez que decidido. Me aparté por un instante.
-Somos amigos...- no sabía que otra cosa decir.
Se hizo el silencio, nos miramos, di otra calada del cigarrillo, le apagué y volvimos a besarnos. Esta vez nuestros labios se buscaron como si se necesitaran, su mano izquierda sujetó firmemente mi nuca y con la derecha me rodeó, no podía moverme, tampoco quería hacerlo, sentía como mis mejillas ardían. Pero el beso tuvo que terminar, se quedó mirándome con su cabeza ligeramente inclinada y su frente apoyada en la mía.
-Somos amigos... -repetí, no encontraba otras palabras para ese momento.
-Lo sé, pero... ¿que problema hay?- realmente sobraban las palabras.
-Tengo miedo de que mañana podamos arrepentirnos de esto.
-No lo vamos a hacer. -el sol ya estaba en lo alto del cielo, y el pueblo comenzaba a despertar, a lo lejos un hombre con su burro se dirigía al huerto a trabajar, y nosotros, en medio de todo, con desgana, comenzamos a separar nuestros cuerpos y a sentir la primera brisa de la mañana mientras cada uno ponía rumbo a su casa.
Pero esa amistad ya sólo volvió a ser igual a ratos, aunque esa ya sea otra historia.
La verdad es que es un recuerdo muy bonito...y lo has descrito genial...me ha encantado
ResponderEliminarPor cierto soy Ulises,por fin logré encontrarte.